¿Qué podemos hacer para disminuir la situación de habitalidad en calle?



Por: Rafael Silva Bareño
Referente Adultez con Oportunidades, Barrios Unidos

“Si la vida me da palo, yo la voy a soportar,
si la vida me da palo, yo la voy a espabilar…
El mundo es una puta, por todo lo que hay que pagar,
el que tiene se queda y el que no tiene se va,
y el que tiene no da
y al que no le da no le llora.
Porque no hay tiempo ya para tanta humanidad
(Canción de Mano Negra)

Diariamente, ciudadanos y ciudadanas notamos muy bien su presencia; costal al hombro, vagando por la ciudad, hurgando entre la basura, retacando a los conductores, fastidiando a los pasajeros… Habitantes de calle, recicladores, indigentes, ‘drogos’, ‘ñeros’, ‘parceros’, o como los-as queramos llamar, no pasan desapercibidos para el grueso de la población.  Evitamos toparnos de frente con alguno y su cercanía nos produce miedo, repulsión sus olores. De lejos, cuando el peligro ha pasado, quizás nos viene a la mente una reflexión acerca de hasta dónde puede llegar la degradación humana. Un suspiro, y la vida continúa.

En cambio, lo que no resulta tan visible y evidente son los porqués de esa condición de mendicidad y habitabilidad de calle.  Para ello habría que ojear la historia social, la conformación de Bogota como urbe, y rastrear los conflictos nacionales que la envuelven. Para no ir tan lejos, comprender que el hombre y la mujer habitantes de calle no estuvieron siempre en esta situación sino que llegaron ahí, en su gran mayoría, forzados por circunstancias de diversa índole.

La mendicidad y la habitabilidad de calle son una realidad presente en Bogotá y en todo el país, y son producto de grandes problemáticas como la pobreza, el conflicto armado interno, el narcotráfico, el consumo de drogas, la violencia intrafamiliar, el desempleo, entre otros.

Bogotá, como ciudad capital, es particularmente susceptible a esta problemática, ya que a diario no solo es receptora de personas provenientes de todas las regiones del país, con múltiples necesidades básicas por resolver sino también de personas que a causa del abuso de drogas, desempleo, dificultades económicas, desintegración familiar o incluso por decisión propia, ven en la calle un modo de subsistencia.     

En este sentido, el habitante de calle es apenas la cara visible y la ficha más débil en un sistema de iniquidades sociales y económicas que son de vieja data, pero que bien podrían ser reparables desde la intervención social y estatal.

El ser la cara visible de una realidad de iniquidad y miseria, a menudo convierte a los habitantes de calle en blanco fácil, chivos expiatorios a la hora de buscar culpables rápidos de situaciones que como la inseguridad, la contaminación o el consumo de drogas, obedecen a múltiples factores; por citar solo dos: la fragmentación de la respuesta institucional y una frágil cultura ciudadana. Claro, sin que esto oculte la participación de habitantes de calle, que, como actores sociales, coadyuvan y conviven en medio de estas problemáticas.

Vale la pena mencionar que la Corte Constitucional, en la Sentencia C-0040 de 2006, declaró que la mendicidad –y asociada a ella la habitabilidad en calle- no son delito o contravención en sí mismos; a la vez que reza que ninguna persona podrá ser recluida o forzada a recibir tratamiento de rehabilitación del consumo de drogas, contra su voluntad. Esta sentencia, desconocida para la mayoría de los ciudadanos-as, a la vez que reconoce el estado de vulneración de los derechos de mendigos y habitantes de calle, delimitó el actuar institucional –con sus pros y contras- frente a la toma de medidas coercitivas o por vías de hecho para resocializar, recluir o rehabilitar a estas personas.

De esta manera, la acción de las instituciones, principal aunque no exclusivamente, de los sectores de Salud e Integración Social de la administración distrital, se ha encaminado a la promoción de un modelo de atención que permita la restitución y garantía de los derechos de esta población.

La ciudadanía en general, comerciantes, vecinos-as, transeúntes, amas de casa, pasajeros, empleados-as, estudiantes, organizaciones sociales, también podemos contribuir, si no a la erradicación total de la mendicidad y la habitabilidad en calle –un ideal de difícil cumplimiento en el modelo económico actual-, sí a disminuir el impacto del fenómeno, en términos de seguridad humana y sana convivencia, en nuestros barrios y localidades.

Aquí van 10 pildoritas para tomar a diario:

  1. Conciba al habitante de calle como un ciudadano, es decir como una persona con derechos y responsabilidades.  No lo ‘victimice’: –“Pobrecito, como aguantará de hambre”, ni lo estigmatice: –“Todos esos ‘ñeros’ son ladrones”.  Aunque cueste creerlo o aceptarlo, la calle también es un modo de vida.
  1. No entregue limosnas ni alimento a personas habitantes de calle o mendigos-as, al hacerlo estará contribuyendo para que esa persona permanezca en ese sitio.  Si quiere apoyar a los-as habitantes de calle con alimentos, vestuario o elementos de aseo, hágalo directamente en las fundaciones u hogares de paso autorizados.
  1. Recicle en casa, apartando los residuos orgánicos del material recuperable en bolsas distintas. Saque estos residuos en los lugares y horas establecidas por el operador de aseo.
  1. No arroje en sitios públicos escombros y materiales como tejas, maderas, colchones y cobijas, pueden convertirse en ‘cambuches’.
  1. Avise a las autoridades cuando conozca situaciones en las que habitantes de calle estén siendo agredidos o causando agresión contra otros ciudadanos.  Conozca el número telefónico celular de su cuadrante.
  1. Mantenga las mejores condiciones de aseo en los alrededores de su vivienda, especialmente si es lote.
  1. Como arrendador, sepa que si en su casa permite una bodega de reciclaje, afectará indirectamente a sus vecinos, ya que la cuadra o el sector tendrá mayor afluencia de personas recicladoras y habitantes de calle.
  1. Jamás compre artículos ofrecidos por niños, niñas o adolescentes, al hacerlo estará promoviendo la explotación infantil y la mendicidad.
  1. Promueva con su comunidad y las instituciones la recuperación de espacios públicos como parques, alamedas y zonas comunes. Asista y participe en los encuentros que se programen para tratar los asuntos de su barrio, conjunto, territorio y localidad.
Para los ciudadanos-as habitantes de calle, la Secretaría Distrital de Integración Social ha dispuesto hogares de paso, que brindan servicios y la oportunidad de iniciar procesos de recuperación personal y social; si desea mayor información, comuníquese con el teléfono 327 9797 ext. 1902.

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